El informe ofrece información variada de manera global y por países sobre la oferta y la demanda actual de marinos, así como la tendencia de los próximos cinco años en la flota mundial y anota también que, actualmente, ya existe escasez de oficiales con experiencia técnica y de nivel gerencial, es decir, capitanes, primeros oficiales y jefes de máquinas. También predice, para satisfacer la oferta en 2026, la necesidad de 89.510 oficiales de nueva incorporación, indispensables para operar la flota mundial con garantías. El cálculo se ha realizado tomando como referencia 1,4 oficiales por puesto de trabajo. En la visión general, el informe advierte como parte primordial de la solución ante la escasez la mejora significativa en capacitación y formación náutica de las tripulaciones y en particular de oficiales.
La escasez actual de marinos, que se prevé empeore en los próximos años, con independencia del crecimiento de los tráficos nacionales e internacionales, es consecuencia de la falta de reconocimiento y consideración que los gobiernos de los países han mostrado históricamente ante los marinos y por las erróneas políticas de personal de las navieras.
Las políticas erróneas de los gobiernos
Históricamente, los gobiernos (hay excepciones) han considerado poco o nada a los marinos, hecho evidente en la falta de sensibilidad del Almirantazgo británico en el siglo XVIII retrasando durante varias décadas la implantación del remedio contra el escorbuto. Y lo hemos vuelto a ver en el siglo XXI durante la pandemia del COVID-19, durante la cual los gobiernos han negado la asistencia sanitaria a tripulantes; han negado la repatriación para el disfrute de las vacaciones y han consentido que centenares de miles de marinos quedaran inmovilizados en sus buques durante meses y meses; han negado el permiso a bajar a tierra, aunque la causa fuese la visita médica incluso por causas urgentes; han negado la entrada a buques en puerto para desembarcar féretros de fallecidos, en clara violación de diversas normas y convenios internacionales de los cuales son firmantes.
Esta desconsideración continuó cuando la ciencia elaboró la vacuna; diferentes gobiernos, incluido el de España, no tuvieron sensibilidad alguna con los marinos y no priorizaron su vacunación, dejando así que procediesen a sus embarques con total indefensión ante el virus, cuando ya había remedio. Además de ser poco inteligente, ese comportamiento ha constituido una falta de humanidad pues muchos marinos iban a embarcar en buques que realizaban tráficos en países con sistemas sanitarios deficientes o inexistentes, con lo cual la asistencia sanitaria no estaba garantizada y las consecuencias podían ser muy graves.
Esta falta de reflexión y consideración ante la gente de mar también se amplió a otro personal, que, aunque no ejerce de marino, tienen responsabilidades importantes en el negocio marítimo y realizan parte de su trabajo a bordo de los buques: inspectores de seguridad de la Administración marítima, inspectores de sociedades de clasificación y, sobre todo, los prácticos de puerto, colectivos que no fueron vacunados de manera prioritaria, exponiéndolos en muchas ocasiones de manera innecesaria.
En el caso de los prácticos, la Administración española y las autoridades portuarias, además de las consideraciones anteriores, han demostrado una irresponsabilidad y torpeza extrema, arriesgando la operatividad y la actividad de los puertos. Los prácticos eran los primeros que subían a buques de todo tipo y procedencia y en cualquier condición, mientras que Sanidad Exterior estaba totalmente desaparecida. El contagio generalizado en una corporación hubiera supuesto la paralización del puerto y si esto hubiese sucedido en Valencia, en Algeciras o Barcelona, la repercusión en la economía del país habría sido cuantiosa. Ha habido suerte.
Como se puede comprobar, poco a cambiado desde el siglo XVIII, una vez más los marinos han sufrido el maltrato y el abandono de los gobiernos.
Las navieras
Desde hace década, las navieras aplican políticas de personal sobre las tripulaciones, basadas en la reducción de la masa salarial, buscando un ahorro en costes que entienden que hacen a la compañía más competitiva. Pocas han tenido la inteligencia de aplicar políticas de personal que planificasen las necesidades de tripulantes en el futuro con el objetivo de garantizar una flota operativa y segura con tripulaciones fidelizadas, formadas y conocedoras de los buques. Esta política de reducción de costes del personal de mar, es en gran parte la responsable de la situación actual de carencia de tripulantes y en especial de oficiales.
El Seafarer Workforce Report 2021 lo han publicado las dos principales organizaciones de representación de los navieros y por las notas de prensa y las declaraciones de sus secretarios generales no se da a entender que el autoanálisis haya sido suficiente. El informe en su visión general reitera, como solución a la escasez de oficiales, aumentar significativamente los niveles de capacitación y contratación para evitar una grave escasez. Los secretarios generales de la BIMCO y de ICS, además de insistir en la mejora de la formación, añaden la necesidad de retener a la gente de mar para que no abandonen sus carreras profesionales.
La necesidad de 89.510 oficiales para el año 2026, cálculo basado en 1,4 personas por cada puesto de trabajo, corresponde a un embarque anual de ocho meses y medio. Para entender lo que esto supone y por comparación, si se toma como referencia las condiciones de un trabajador de tierra con una jornada de trabajo de ocho horas (que en un buque está lejos de la realidad), con un descanso semanal de fin de semana, un mes de vacaciones anuales y aproximadamente 13 festivos, el coeficiente de personas por puesto de trabajo equivalente a estas condiciones laborales, sería de 1,7 y correspondería a un embarque anual de siete meses. Es decir, para que un marino tuviera las mismas condiciones laborales que una persona que trabaja en tierra, en un país desarrollado, se debería calcular el puesto de trabajo para 1,7 trabajadores.
El informe Seafarer Workforce Report 2021 considera el periodo de embarque ocho meses y medio, mes y medio más que correspondería a un trabajador de un país desarrollado. Como se puede comprobar estamos ante condiciones tercermundistas. A considerar que el promedio de 1,7 no bonifica al marino por las condiciones adversas de alejamiento familiar y de su entorno social. Es fácil de entender el gran número de abandono en las carreras náuticas cuándo la consideración de meses de embarque es de ocho y medio.
Visto lo anterior, es difícil pensar que, en el corto o medio plazo las navieras vayan a adoptar cambios significativos. Los marinos en los países desarrollados están bien formados y los periodos de embarque anuales de ocho meses y medio son injustos y tercermundistas, por lo que todo indica que no van a haber muchos cambios y que van a seguir aplicando las políticas de reclutamiento de mano de obra en países en vía de desarrollo. De ahí la insistencia del informe en la mejora de capacitación y en la retención de la gente de mar, ya que estos constituyen los principales problemas que genera el personal de estos países. En las sociedades con rentas bajas, el nivel académico resulta parvo y el abandono de la profesión elevado.
Conseguir profesionales
El ser marino exige ejercer una profesión muy regulada, con grandes responsabilidades y con la exigencia de una formación continua que crece de forma imprevisible. Las jornadas de trabajo de los marinos son largas y sin descanso semanal y en la mayoría de los casos con largos periodos de embarque que implican estar alejado de la familia y del entorno social al que se pertenece durante meses. El ser marino conlleva vivir en buques que, en la mayoría de las ocasiones, no tienen confort alguno y en un medio hostil cómo es la mar. Es evidente que una profesión así necesita condiciones específicas que la hagan atractiva. Las propuestas para lograr ese objetivo, en cualquier país y sobre todo en los países desarrollados, deben pasar por la creación de un marco que mejore las actuales condiciones retributivas, laborales y sociales de los tripulantes. De no ser así, el problema persistirá y las consecuencias tanto directas como indirectas pueden ser catastróficas. La carencia de oficiales afecta no solo a la parte operativa sino también a la seguridad de los buques.
Independientemente de la predicción del informe citado, la situación actual ya es alarmante. La escasez de oficiales está ocasionando ascensos a categorías superiores de oficiales sin la experiencia necesaria y esto lleva a las navieras, en algunos casos, a enfrentarse a la tesitura de ascender a un oficial a capitán sin la experiencia necesaria para ejercer el mando con garantías o no tener capitán para el buque.
A tener en cuenta que la escasez de marinos no sólo afecta a las navieras, sino también indirectamente a organismos públicos y a empresas del sector marítimo. Sobre las navieras, esta carencia tiene un doble efecto. Por una parte, en sus tripulaciones; y por otra, en las propias estructuras de tierra para la gestión náutica ya que éstas, se nutren de marinos de las dotaciones de los buques.
La carencia de oficiales de la marina civil afecta a la Administración marítima, a las sociedades de clasificación, a la industria de salvamento y a la seguridad de la vida humana en la mar, a las terminales marítimas y a los colectivos de formadores y profesores, tanto en escuelas de náutica como en centros de formación náutico-pesquera.
De modo que estamos ante una situación complicada que puede afectar a la operatividad y seguridad del transporte marítimo y las soluciones que se están proponiendo no la van a solventar. No será fácil solucionar el problema de las tripulaciones. Un barco se construye en uno o dos años; las dotaciones precisas para operar estos barcos con garantías se tardan en conseguir muchos años.
El secretario general de la BIMCO, David Loosley, en sus comentarios sobre el Seafarer Workforce Report 2021, pronuncia con solemnidad que los marinos son la columna vertebral del comercio marítimo. Totalmente de acuerdo, así que esperemos que lo entiendan también los gobiernos y las navieras. La cosa es así de sencilla, si no hay tripulaciones, no hay comercio marítimo y para que las haya, las administraciones públicas y las navieras deberán hacer que esta profesión seduzca a ciudadanos de todos los países. Si no lo conseguimos, la crisis nos golpeará con dureza.
Y como anotación final, las navieras, deberían reconsiderar sus políticas y actitudes con los alumnos, son el futuro y muchas navieras todavía no lo entienden.