2023, año electoral se mire por donde se mire, traerá a los puertos españoles, mucho bombo y platillo, aunque será con contenido.
Veremos inauguraciones de terminales de contenedores, como la de Boluda en Santander o la de JVS en Alicante, y veremos avanzar a pasos agigantados las terminales de Cádiz y Valencia.
A nivel de infraestructuras, veremos cómo algunas se atascan por la carestía de los materiales de construcción y otras se aceleran por las ganas de salir en la foto.
En otro escenario, será el año de la eólica marina, donde puertos como el de Las Palmas y el de Granadilla en Tenerife, Langosteira en A Coruña, Ferrol, o Cádiz, despliegan todo su arsenal y sus espacios para acoger proyectos de ensamblaje de esos artefactos eólicos marinos, que les permitirán atraer una fuente de ingresos y generación de empleo de grandes dimensiones. Segmento en el que Bilbao parte con una posición muy consolidada, con muchos de los grandes del sector allí instalados. También Cartagena ha iniciado esta carrera aunque a cierta distancia de los puertos de cabeza.
En otra dimensión, veremos cómo se resuelve la situación de Naviera Armas Trasmediterránea, rodeada de mucha expectativa debido a la extrema complejidad de su situación financiera y las opciones de salida que esto implica. Sigue flotando en el ambiente la posibilidad de que se desgajen de la compañía las rutas del sur de la península con el norte de África, donde hay candidatos de la talla de Grimaldi, Baleària, o GNV de MSC, pero también opciones más complejas con compañías intermediarias como Stena, o la propia FRS.
A todo esto hay que sumarle que después de mayo veremos entrar y salir muchos presidentes portuarios, en función de los resultados electorales, inclusive en aquellos casos en que las composiciones políticas de los gobiernos autonómicos sean las mismas que ahora existen.