Vivimos en un mundo en el que se valora más lo que se dice, aparenta, está de moda o aporta ingresos, que a la mera realidad. Lo individuos prefieren seguir a las masas; pensar y actuar en consecuencia no está al alcance de toda la gente. Se ha perdido el rumbo, la educación y el respeto de manera generalizada. Se vive dentro de burbujas de felicidad, que no tienen en cuenta cómo gira el planeta Gaia.
En 2024 hemos superado los 1,5º que se tenía fijado como límite máximo de calentamiento de la temperatura promedio. Ha sido el año más caluroso desde que existen registros, como acaba de informar el Servicio de Cambio Climático del Programa COPERNICUS de la UE.
Es de risa que todavía haya gente relevante que afirme que el cambio climático es mentira. Por ejemplo Mr. Trump, quien va a facilitar la explotación de nuevos yacimientos petrolíferos y de gas, sea mediante fraking o extracción habitual. Generar mayor volumen de gases de efecto invernadero es positivo dado que genera ingresos debe pregonar. Pues bien, ahora que Hollywood está en llamas, nos damos cuenta de que, en California, el año pasado, tan solo llovió un 3% de lo habitual. Si no llueve, se seca todo, lo cual facilita el avivamiento de los incendios. Igualmente, recuerdo al alcalde de Boston afirmando que quien no crea que el cambio climático visitase Boston, que sufrió unas contundentes heladas, fuera de lo habitual. Hace una década, en 2015 Boston sufrió una helada que cubrió de 3 metros de nieve la urbe. Se calificó como Snowmageddon a esa helada bostoniana.
El hecho de haber alcanzado un calentamiento de 1,6º significa que nos pasamos de la raya, y probablemente no haya vuelta atrás. En pocos años, cada en menos años, muchos litorales verán subir el nivel del mar por encima de lo habitual, sumiendo muchas localidades por debajo del agua, Miami, Nueva York, Ámsterdam, Tokio, Mónaco, etc. Toda población costera sufre riesgos de hundimiento irreversible en pocos años. Hay muchas películas y series de Netflix que muestran la vida con el agua al cuello, y por internet hay miles de informes que ratifican el escenario.
El problema es el silencio social al respecto. Es como lo de los móviles, en 2011, la Organización Mundial de la Salud informó que el uso de los teléfonos móviles afectaba a nuestros cerebros, pudiendo provocar hasta cáncer en nuestras cabezas, pero ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Quién ha dejado de usar el móvil? Es práctico, nos aporta libertad y ahora ya tenemos la mitad de nuestras vidas metidas en los terminales móviles. Sabemos que no es saludable, pero preferimos no pensar en ello y olvidarlo en nuestras conciencias. Con el cambio climático pasa lo mismo, aunque seamos conscientes, preferimos silenciar la problemática y proseguir con nuestras felices vidas diarias.
Las previsiones meteorológicas para el recién estrenado 2025 no son nada halagüeñas, y vamos a sufrir sequías, inundaciones y heladas lejos de los patrones habituales en todo el mundo. En la DANA del 31 de octubre hubo hasta tornados, esperemos que no se generalicen y podamos seguir disfrutando del turismo, sus ingresos y la felicidad que nos aporta el buen tiempo, no esto que se nos avecina. Si el límite calculado era no sobrepasar en 1.5º y alcanzamos 1,6º, no hace falta ser doctorado en Matemáticas para comprender lo crítico de la situación.