Acabado 2023, toca hacer balance de los principales hitos de 2023, y en mi opinión personal, algunas tendencias de 2024, que impactan en el comercio mundial, transporte marítimo y mercado asegurador globales.
Aunque comenzase en Febrero de 2022, la invasión de Rusia a Ucrania, ha marcado sin duda 2023, y tiene pinta de seguir en el tiempo, lamentablemente.
Aparte del impacto económico (y personal y material por supuesto), la imposición de sanciones y el consiguiente recorte al crudo soviético, ha supuesto la aparición del fenómeno de las “dark fleets”. Buques petroleros dedicados al transporte de crudo de dudoso origen, que realizan operaciones de descarga “ship to ship”, con el consiguiente riesgo que ello conlleva, además de un mayor tráfico en zonas de tránsito, como por ejemplo el Estrecho de Gibraltar. A fin de no ser localizados, los buques apagan sus sistemas AIS de localización, con el consiguiente mayor riesgo de colisión por no localización, a lo que se une unas compañías de seguros con criterios de suscripción más laxos (muy pocas, afortunadamente), pero también con menor solvencia, cuestión no baladí en caso de un incidente de un buque de este tipo, una contaminación por hidrocarburos, lo más probable.
El conflicto Hamas-Israel, ha marcado en mi opinión sin duda 2023; enclave estratégico para el comercio internacional, el estallido de este conflicto y su impacto en los países próximos y árabes, es todavía impredecible.
Obviamente el comercio por la zona se ha visto perjudicado y deteriorado, sin embargo, los ataques en el Mar Rojo de grupos hutíes, han vuelto a incrementar la tensión en la zona. La intervención de EE.UU. y ahora Irán, con un buque de guerra, el Alborz, en la zona, aumentan la tensión al máximo, y sin duda se incrementará la presión sobre el Estrecho de Bab el-Mandeb.
Esta presión sobre el Canal de Suez, por el que transita el 28% del comercio mundial de contenedores, está suponiendo un desvío de buques, incremento de fletes, mayor consumo de combustible, y una tensión añadida en la cadena de suministro. Los plazos de tránsito se están alargando por la cancelación de líneas, escalas y rutas, y uso de otras alternativas más largas, claro.
El pasado reciente con el desabastecimiento de materias primas y componentes electrónicos, hacen renacer los fantasmas del pasado, buscando de nuevo un incremento de stocks que permitan hacer frente a una demanda inestable. Alguien se acuerda ya del «just in time»???
Por tanto, para mí una de las palabras o frases clave, es la tensión geopolítica; muy presente en 2023, y sin duda y si nadie lo remedia, en 2024. Y de un modo u otro, estemos seguros de que a todos nos va a afectar.
Reto, obligación ineludible y oportunidad para algunos, el cambio climático y la transición ecológica darán sin duda de qué hablar en 2024. La evolución hacia combustibles más limpios y sostenibles, es un «sprint de fondo»; porque debemos alcanzar la meta, pero cuanto antes, mejor.
La necesidad de regular y sancionar, sin tener todavía muy claro (en mi opinión), cual es la mejor solución, y por tanto, a donde vamos, supone un auténtico reto para todos. Se trata de contaminar menos, de sancionar para no contaminar, o pagar por contaminar? ¿O un poco de todo?
Y una maraña legislativa a nivel europeo y mundial para hacer valer lo anterior, no aportan precisamente un terreno estable sobre el que asentar las bases. Pero además, veremos éxitos y fracasos en la implantación de soluciones motrices alternativas (hidrógeno, biocombustibles, amoniaco, electricidad, etc.), con lo que ello conlleva.
Incendios en buques, almacenamiento, medios de transporte, etc., provocados por las baterías de ion-litio y otras fuentes de energía, suponen un reto, pero también el tener que implantar sistemas nuevos en medios de transporte distintos para los que no estaban planteados.
Se prevé un mayor número de incidentes derivados de esta actualización de sistemas de propulsión más ecológicos, además de mayor dificultad a la hora de encontrar personal especializado y/o familiarizado con las nuevas tecnologías. La inflación, con un mayor costo de reparación por el aumento del precio de los repuestos, la mano de obra y otros costos asociados, tampoco ayuda.
Y finalmente, porque hay que acabar con algo, creo que seguiremos hablando de ciberseguridad (inherente a la evolución y a los conflictos geopolíticos), a la que deberemos incluir más pronto que tarde, la inteligencia artificial. Sólo espero que el uso de ésta última, sea el adecuado, por la cuenta que nos trae, pero desde luego, el mundo en que vivimos gira mucho más deprisa que nuestra capacidad de adaptación al mismo.