En todas las guerras, pierden muchos. En estos momentos, la afección resulta global, y la guerra comercial Trump 2.0 supone un dolor de cabeza mundial.
Ahora queda patente que Dondald J. Trump tiró de su librillo de negocios y lanzó una apuesta ofensiva contra todo el mundo, pero especialmente contra China. Por su parte Xi Jinping, parece contraatacó con estrategia militar de Sun-Tzu, asegurando que lucharían hasta el final.
Pues como en la vida actual, todo va más rápido, es como el reciente Cónclave, ¿quién hubiera imaginado tan pronta decisión papal? Pues la negociación en Suiza entre los delegados comerciales chino y americano, igual, se resolvió con un pacto en cosa de pocos días, algo inimaginable hace pocas décadas.
Queda claro que, el impacto en las cadenas de suministro global resulta severo, y la disrupción que supone esta solución temporal de 90 días, no arregla la situación, quizás sí las Navidades para el estadounidense medio.
Un 30% de arancel para los productos chinos, no deja de ser moco de pavo, y muchos productos importados de ese país no pueden soportar dicho incremento de costes contra la competencia de otros países con el 10% de arancel general. Parece claro que la idea es que ese 30% sea compartido entre exportador chino, rebajando un porcentaje el precio en origen, el importador, que puede apretar al operador logístico para ahorrar algo y/o aminorar su margen comercial, obviamente parte de la subida de costes se la come el consumidor, si no toda ella multiplicada.
Tan instantáneo acuerdo en Ginebra, denota el problema interno chino al cortarse de raíz los pedidos americanos. Miles de PYMES fabriles, enfocadas al mercado estadounidense se han visto en bancarrota y cerrado sus puertas abruptamente, dejando en la calle a miles de empleados. Obviamente, los mercados alternativos abiertos por Pekín a través de la Nueva Ruta de la Seda (BRI), no son capaces de acomodar los volúmenes excedentes, ni pagar los precios americanos.
El ruido interno en China, que ya estaba en crisis profunda debido al sector inmobiliario, ha resultado potente e imparable como lo era antaño, con internet resulta más complicado ocultar los sucesos, hasta en China.
En abril, los bookings a Estados Unidos decrecieron un 45% respecto al año pasado, dejando puertos chinos medio vacíos con escasa actividad en numerosos buques de rutas Transpacífico.
El apaño temporal por tres meses del 30% para importaciones chinas, contra un 10% para productos americanos importados a China, ha dado un respiro a los mercados financieros, con subidas inmediatas frente al anuncio de tregua. Pero la situación comercial y logística resulta compleja. En estos momentos, los depósitos francos en Estados Unidos están llenos de producto, a la espera de esta decisión deseada y necesaria para despachar las mercancías llegadas a puerto, pero que no se podían despachar al rimbombante 145% de arancel, un 30% resulta más asumible, si bien suben precios irremediablemente.
Mientras tanto, el presidente americano está en Arabia estrechando lazos comerciales y políticos con los jeques, a la vez que vive dentro de la controversia nacional, al haber aceptado un BOEING 747 de lujo, valorado en más de 400 millones de dólares de la familia real de Qatar.
Se ve que el nuevo Air Force ONE sufre retrasos severos en la producción y se espera una entrega posterior a su mandato, por eso aceptó un regalo qatarí del máximo lujo, que ahora está también en el centro del meollo, dado que la ley norteamericana solo permite aceptar regalos políticos de este rango si lo aprueba el Congreso, y a saber lo que lleva dentro el avión.
En fin, ahora los bookings vuelven a florecer en origen y se espera llenar buques y aviones cargueros al máximo, generando overbooking para los viajes comprendidos en este plazo temporal de 90 días. Todo un cacao logístico con un buen desbarajuste en las cadenas globales, que están interrelacionadas a más no poder por economizar costes a nivel competitivo global. Dolor de cráneo para todos los involucrados.