Expectación, incredulidad y curiosidad. Esas eran las sensaciones que esta mañana se palpaban en el puerto de Santa Cruz de Tenerife ante el primer vuelo de exhibición que un hidroavión de línea regular y con pasajeros que iba a amarar después de casi 60 años en la bahía. A las 08.48 la figura del hidroavión se hizo visible y ya todo fue ver cómo se desarrollaba una jornada en la que se realizaron todas las tareas previstas. Primero, comprobar que el formato era el adecuado sin influenciar el tráfico marítimo; que la zona elegida para el desembarco y embarque de pasajeros era el adecuado y, finalmente, que la rada portuaria podía perfectamente acoger este tipo de servicio de transporte.
Se cumplieron todas las premisas y, tras el primer vuelo, que procedía del aeropuerto de Los Rodeos, se realizaron dos más con invitados que luego narraban sus experiencias y sensaciones.
Los responsables de la empresa Surcar, impulsora del proyecto, Gerardo Morales y Miguel Ángel González, explicaron que esta empresa cuenta con sobrada experiencia en el transporte de pasajeros y mercancías por todo el norte de Europa. La idea surgió para potenciar y establecer nuevas formas de comunicación en las islas en un entorno no aprovechado y nicho de transporte como son los hidroaviones. Explicaron que estos eran los vuelos de presentación y que marcaban el inicio del proceso que ahora se establece para ir reuniendo todos los permisos e infraestructuras adecuadas para el servicio regular
En este sentido indicaron que hoy se situaban en Tenerife y realizaban el vuelo a La Palma, para el jueves realizar esta misma presentación en Las Palmas de Gran Canaria.
«Y esas son las tres islas y destinos que, en principio, vamos a establecer con conexiones regulares. Eso no significa que el resto de las islas no se vayan a comunicar y tener este formato de comunicación, pero es por donde hemos querido empezar». La pregunta siguiente era el costo de los billetes, pero señalaron que eso no se ha establecido todavía, pero si indicaron que con el precio se incluye el servicio de transporte del pasajero al punto de destino en la ciudad, usando para ello vehículos no contaminantes, «pues una de las premisas que queremos inculcar es la de cuidar el medio ambiente y economía azul». En cuanto al número de plazas, estas serán variables en función de la carga, pero oscilará entre los 12 y 16 pasajeros.
Respecto al inicio del servicio regular, indicaron que, si los plazos se cumplen, después del verano ya podrían comenzar a prestarlos porque tenemos muchas cosas ya avanzadas».
El presidente de la Autoridad Portuaria de Tenerife, Carlos González señaló, por su parte, que desde su estamento, o el de Puertos del Estado, se darían todas las facilidades posibles «y, de hecho, en cuanto se realizaron las oportunas comprobaciones de no afección al tráfico portuario, recibieron todo nuestro apoyo y ayuda necesarias para realizar esta presentación. Ahora es coordinar cómo se harán los servicios entre el estamento de control de aviación y el control portuario, y a volar».
— Impresiones particulares. Pantalón corto y cholas de playa —
Como indicamos hubo tres vuelos con pasajeros invitados y entre los que estuvo INFOPUERTOS. La impresión generalizada es que es diferente. El acceso al avión es inmediato pues es recorrer un pantalán, y tras un paso sobre el patín de flotación, subes por la escalera y dentro es un avión pero en pequeña escala. No encontrarás una azafata, no intentes ponerte de pie en toda tu altura, porque el techo te lo va a impedir, ni busques donde poner el equipaje de mano, pero por lo demás es un avión.
Otras de las peculiaridades es la tripulación. Sólo va el comandante y el segundo. De entrada, en pantalón corto y descalzo, como mucho, con cholas de playa. El comandante es quien explica desde su asiento las normas de seguridad, mientras el segundo se encarga de retirar los cabos de amarre. Se sube con el avión ya en marcha y se sienta en su sitio. Simplemente, distinto.
La ‘rodadura’ es algo más movida, pues estamos en el agua, no hay que olvidarlo, pero la carrera de despegue es corta, muy corta, y en poco más de un minuto ya estamos en el aire. Y a partir de ahí, es un vuelo normal, con sus ruidos, movimientos y maniobras que todos conocemos.
Para amarar, pues igual, lo que ocurre es que si cambia el paisaje. Estamos acostumbrados a las casas, las huertas, las fincas y los coches… Aquí es mar, barcos, veleros, ferrys e instalaciones portuarias, y tocar el agua, ni se siente. Algo de ruido, eso si, pero lo mismo que el despegue, en dos minutos ya estamos amarrados.
Una experiencia que, si tiene oportunidad, pues debería probar.