Ahora que se conoce en detalle la desgracia de los contenedores vertidos por el Toconao, a finales de diciembre, en aguas portuguesas, se hace patente la importancia de la estiba, así como el seguro que cubra este tipo de adversidades.
Un total de 26 toneladas y media de plástico, en forma de pequeños pellets blancos, además de 5 contenedores de neumáticos y film plástico. Lo que tenemos claro, es que, de esos 6 contenedores perdidos en la mar, el de pellets se abrió y la carga se ha expandido cual copos de nieve navideña por el aire, si bien, en esta ocasión, esta idílica postal navideña se torna en pesadilla para el ecosistema de forma letal. El plástico tarda 5 lustros en descomponerse, por lo que, en ese período, puede ser ingerido por peces y mariscos, los cuales acaban en nuestros platos. Y es que pez grande come pez chico. Introducir tanto plástico en el entorno, destroza el ecosistema y contamina los organismos, que enferman y mueren con el tiempo.
Considerando que los pellets son del Norte de Europa, que el buque ni siquiera escalaba en la Península, dado que perdió su carga en el tránsito de Alemania a Marruecos. ¿Qué tienen que ver los pescadores gallegos, asturianos, vascos y portugueses?,¿y los marisqueiros? Consumir pescado fresco gallego o cantábrico va a suponer la ingesta de microplástico, injertado en la cadena trópica de manera artificial por este accidente. ¿Cómo va a compensar MAERSK esta hecatombe? 26,5 toneladas de pellets son muchos millones de bolitas de plástico, difíciles de extraer de las playas, fondos marinos y estómagos de fauna marina. A esta naviera-logística danesa le han echado un mal de ojo, van de mal en peor. Además de perder la hegemonía en la industria contenerizada, su apuesta logística no está aportando los resultados esperados. A ver si van a acabar como Nokia…
La seguridad de la carga abordo es, ha sido, y será un problema. Por eso, siempre es aconsejable contratar un seguro, dado que los accidentes existen, y en estos casos, las pérdidas pueden resultar considerables. Se estima que hay alrededor de 10 mil contenedores a la deriva por los mares y océanos, algunos flotando, otros por los fondos.
Esta situación va a resultar problemática durante un largo plazo y veremos quién carga con las responsabilidades, dado que las consecuencias son nocivas y tóxicas. Ahora frente a elecciones, la batalla política no ayuda a tomar consciencia de la gravedad y mucho menos encontrar una solución. Los métodos manuales o con aspiradoras son ineficientes, costosos y van a ser necesarios en el corto y medio plazo.