La industria de los cruceros, que tanto sufrió el azote de la pandemia que irrumpió en el mundo en 2020, logrará cerrar ya este año 2023 como el mejor de su historia, para encarar así 2024 con optimismo pese a la incertidumbre que supone el abastecimiento de combustibles sostenibles.
Así lo resume la directora general de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, en sus siglas en inglés) en Europa, Marie-Caroline Laurent, que ese abastecimiento de combustibles sostenibles es necesario para cumplir la normativa europea de emisiones.
“El futuro es brillante”, sonríe Laurent tras explicar que en 2023 el número de pasajeros se habrá más que duplicado con respecto a las cifras prepandemia, hasta rondar los 31,5 millones, con fuertes ascensos en Europa y América, y más tibios en Asia, donde la reactivación de la movilidad comenzó a finales de 2022.
Así, explica que “en comparación con otras industrias turísticas, los cruceros son los que más rápidamente se han recuperado de la pandemia” e incluso algunas grandes navieras ya están por encima de sus récords previos.
Por ejemplo, Royal Caribbean ganó 1.009 millones de dólares (929 millones de euros) en el tercer trimestre de 2023, un 12 % más que en prepandemia; aunque otras como Carnival Corporation o Norwegian Cruise Line Holdings, pese a mejorar sus resultados respecto a 2022, siguen sin alcanzar los niveles de 2019, aunque prevén continuar con los avances en el próximo ejercicio.
En cualquier caso, “los barcos están prácticamente llenos para 2024, ya que la demanda nunca había sido tan alta”, afirma Laurent.
España y datos económicos
En España, el número de movimientos de los pasajeros -CLIA contabiliza los trayectos realizados por cada crucerista dentro del país- se situó en 6 millones hasta septiembre, un 8 % más que en 2019, y probablemente el mejor registro de la historia, impulsado por el tráfico pujante de los puertos de Barcelona, Palma, Ibiza, Alicante, Málaga, Valencia, A Coruña, Vigo y Canarias.
La representante del sector asegura que la escalada de pasajeros y tránsito a nivel mundial y español se debe al precio cerrado -todos los servicios a bordo están incluidos- que ofrecen los cruceros, que sirve “para controlar mejor el presupuesto para viajes de los usuarios, especialmente tras la subida de la inflación”.
Laurent cifra la contribución económica de los cruceros en unos 40.000 millones de euros anuales en Europa, gracias al pago de los amarres en puerto, el repostaje de combustible, las cadenas de suministros dirigidas a las naves, los servicios contratados en las ciudades o el gasto de los cruceristas en las paradas.
Asimismo, la construcción de los cruceros es una fuente de ingresos importante para la industria naval europea, al suponer el 80 % de la actividad armadora del continente, según apunta la directiva, que afirma que la construcción de cada barco puede suponer unos mil millones de euros.
En España no se fabrican cruceros, pero el sector tuvo un impacto económico de 5.670 millones de euros y generó 42.240 puestos de trabajo en 2022, según datos de CLIA facilitados a Efe.
Pese a los números, existen voces críticas con la actividad, que consideran que masifica las ciudades en las que atracan los barcos, lo que provoca el agotamiento de los recursos y afecta negativamente al medio ambiente.
Así, Venecia prohibió en 2021 el fondeo de cruceros en su casco histórico, debido a los daños que ocasionan los grandes barcos a los cimentos de la ciudad; Barcelona cobrará un impuesto a buques de gran tamaño, que hará que los cruceros paguen de media 1.440 euros, y Ámsterdam pretende llevar este tipo de naves lejos del centro urbano.
“Hemos participado en todas estas negociaciones, siempre con la sostenibilidad turística como objetivo. No podemos obligar a las ciudades a que reciban cruceros, aunque deben saber que muchos trabajos van unidos a ellos”, comenta Laurent.
Camino a las 0 emisiones
El sector también trabaja en la disminución de las emisiones de CO2, con la misión de cumplir con el objetivo europeo de reducirlas en un 40% para 2030 y completamente para 2050.
Entre las soluciones, la industria propone la conexión eléctrica de los buques cuando estén en puerto, para así apagar los motores y dejar de quemar combustible.
“El 46 % de los barcos puede enchufarse a puerto -124 cruceros- y esperamos que en unos años sean el 75-80 %”, revela Laurent, aunque menos del 2 % de las instalaciones portuarias cuentan con la tecnología para garantizar la conexión, la mayoría en el norte de Europa y Norteamérica.
En España no existe ninguno, aunque se espera que en los próximos años se electrifiquen los de Bilbao, Cádiz y Barcelona.
Para la navegación, las empresas apuestan por el biocombustible -de origen vegetal o sintéticos producidos con energía verde-, el biogás -generado de materia orgánica-, el gas natural licuado y la pila de combustible -genera electricidad con reacciones químicas-.
La industria ha encargado 44 barcos con mecanismos de propulsión más sostenible, sin embargo, la dificultad para conseguir los carburantes y su elevado coste -tres veces más caros que los convencionales- complican a las navieras alcanzar objetivos.
“Hemos invertido, pero si no tenemos los combustibles, no podremos llegar”, sentencia Laurent, que pide mayores inversiones púbicas en su producción para abaratarlos.