La cuarta ronda de negociaciones hacia un Tratado Global de los Océanos (IGC4) concluye en unas horas en la sede de la ONU en Nueva York el viernes 18 de marzo. A pesar de que iba a ser la última ronda de negociaciones, las discusiones no han finalizado y se necesitará una quinta ronda sin fecha aún programada.
Las negociaciones se han desarrollado con una lentitud pasmosa durante las últimas dos semanas en la ONU y la falta de acuerdo sobre una serie de cuestiones clave no se corresponde con la emergencia ambiental. El colapso climático está transformando nuestros océanos. La biodiversidad marina está disminuyendo, y a medida que la pesca industrial saquea los océanos, las comunidades costeras de todo el mundo ven amenazados sus medios de subsistencia y su seguridad alimentaria. Estas no son hipótesis, nuestros océanos están en crisis en este momento y necesitan urgentemente un plan de rescate.
El Gobierno de España ha hecho pública su intención de salvaguardar el 30% de los océanos para 2030 y, de hecho, forma parte de la High Ambition Coalition y de los “líderes azules” Blue Leaders Coalition que persigue este objetivo, sin embargo Greenpeace subraya que si este compromiso es real y no un mero lavado verde, el Gobierno debe asumir con verdadero liderazgo que se adopte el Tratado antes de fin de año . Ese apoyo y liderazgo debe contemplar que en el Tratado se incluya la declaración de Áreas Marinas Protegidas en alta mar que limite la actividad pesquera industrial sin delegar exclusivamente esta gestión pesquera a las Organizaciones Regionales de Pesca (OROPs) que no contemplan la gestión integral de todo el ecosistema marino y que según denunciaba Greenpeace la semana pasada con el Informe El calamar en el punto de mira: Receta para el desastre son, en bastantes casos, responsables de la emergencia ambiental de nuestros océanos.
“Las promesas de los gobiernos para proteger al menos un tercio de los océanos del mundo para 2030 no se están cumpliendo”, ha declarado Pilar Marcos responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace, al referirse a las negociaciones. “Es obvio que nuestros océanos están en crisis, y si no logramos un Tratado Global de los Océanos lo suficientemente ambicioso que necesitamos en 2022, no hay forma de crear santuarios oceánicos en aguas internacionales que nos permitan lograr el objetivo de 30×30. Este tratado es crucial porque todos dependemos de los océanos: desde el oxígeno que produce hasta la seguridad alimentaria que nos brindan”, subraya Marcos.
Muchos países están intensificando sus esfuerzos, pero gobiernos como los 47 miembros, entre ellos España, de la High Ambition Coalition, que se comprometieron a asegurar un Tratado Global de los Océanos que permita el 30×30, deben aumentar la ambición de inmediato. Eso significa transmitir la urgencia de la situación directamente a la Presidencia de las negociaciones y dejar claro que el ritmo burocrático de la conferencia amenaza con frustrar sus declaradas ambiciones. Una nueva ronda de negociaciones oceánicas posiblemente a finales de este año no puede permitirse el lujo de ser solo un tema de debate sin aterrizaje. Para superar la falta de consenso sobre temas clave en el tratado, los ministros y jefes de estado deben reunirse de manera proactiva y constante para trazar cómo pueden negociar con éxito el tratado que nuestros océanos necesitan desesperadamente en 2022. Cualquier cosa que no sea así llevará a un fracaso en la protección marina.
Y mientras los Gobiernos discutían lentamente sobre el texto del Tratado Global de los Océanos el barco de Greenpeace, Arctic Sunrise, se ha topado con una extensa flota de más de 400 barcos saqueando el océano en el Atlántico sur, en una zona conocida como el “Blue Hole”. Precisamente esta zona del Atlántico sudoeste es conocida como el “Salvaje Oeste de los mares” por una razón: no hay ningún tipo de regulación. Sin embargo, las embarcaciones pesqueras que pescan calamares en la región prácticamente no están sujetas a ninguna regulación, y se limitan únicamente a las que aplican los Estados del pabellón. Esta ausencia de reglas multilaterales, combinada con la disminución de los recursos que aumentan la demanda de vida marina, es una receta para el desastre.
“Desde la cubierta del Arctic Sunrise puedo ver innumerables barcos de pesca industrial en el horizonte. Contamos 265 barcos dentro de un rango de 35 km de distancia a nuestro barco, y más de 400 en el ‘Blue Hole’. No estamos hablando de pequeñas embarcaciones, el océano está salpicado de enormes barcos industriales y apenas hay escrutinio. Durante las últimas dos semanas, los gobiernos reunidos en la ONU para negociar un Tratado Global de los Océanos han estado hablando, hablando y hablando, pero aquí está la realidad. Saqueando con oscurantismo para obtener ganancias, empujando al colapso de la biodiversidad marina y amenazando la salud del ecosistema más grande de la Tierra. Es terrible de ver”, ha declarado Luisina Vueso, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace Andino, a bordo del Arctic Sunrise.