La tragedia de la DANA ha DEJADO una devastación inimaginable, que ha dejado un rastro de víctimas y destrucción sin parangón.
Una alerta temprana hubiera aminorado los muertos, y es este aspecto el más cruel, dado que las pérdidas humanas son irremplazables.
Los daños materiales han sido considerables, con muchos pueblos devastados como Chiva, Paiporta, Aldaia, Sedaví, Alfafar o Catarroja, pero otros muchos han sido afectados gravemente por las inundaciones que trajo el agua de esta DANA.
Está claro que Valencia es un nodo logístico vital para el transporte de mercancías en España. Desde que se resolvió el escollo de Las Hoces del Cabriel, abriéndose la autovía A3 que une el puerto con el centro de España, Valencia superó al puerto de Barcelona en volumen de carga, almacenaje y distribución nacional.
Los destrozos de la DANA han afectado a diversas infraestructuras, dejando muchos almacenes y plantas productivas completamente anegadas. En estos momentos el tráfico por carretera es complicado, con retenciones kilométricas en todas las direcciones, por no hablar del tráfico ferroviario.
De la misma forma, ha obligado a restringir la navegación en la zona sur de Valencia para garantizar la seguridad marítima en un entorno plagado de obstáculos por la DANA, tratando de evitar que se produzcan accidentes indeseados en zonas marítimas navegables próximas a la costa, debido a la existencia de objetos flotantes de diversa naturaleza, con el objetivo de garantizar la seguridad en la navegación y la vida humana en el mar.
Recuperar la normalidad en el nodo logístico valenciano costará recursos, esfuerzos y tiempo, pero las evitables pérdidas humanas no son recuperables, generando un estado de aflicción, ansiedad, incomprensión e ira.
Es incomprensible que la alerta en los móviles se enviase cuando las riadas estaban en su pleno desarrollo mortífero. Un afectado comentaba en la televisión que se tuvo que subir a un árbol para salvar la vida, y que el mensaje le llegó cuando llevaba una hora subido al árbol.
Es vergonzoso comprobar la imagen internacional de España en la gestión de esta catástrofe. Los medios extranjeros no comprenden que la alerta meteorológica se confirmase a primera hora de la mañana y se alertase a la población a última hora de la tarde. La deficiente gestión queda patente y denota la incompetencia política española, anquilosada en un estado de autonomías inoperativos, que más que potenciar la identidad local de las autonomías, supone un freno a solucionar crisis importantes como ha sido esta DANA.
Tener un gobierno central del PSOE y una Comunidad Valenciana controlada por el PP ha resultado un problema político sin sentido. «Si necesitan ayuda, que la pidan» ha dicho Pedro Sánchez. Esta cuña pasará a los anales de la historia por su macabro regocijo. Es comprensible que le abucheen, e insulten visitando Paiporta con sus Majestades y el presidente regional. Es el único que tuvo que huir de la escena. Es comprensible que el pueblo no recibiera a las altas autoridades en loor de flores, dado que la incomprensión, dolor, tensión y cabreos acumulados en los días son insoportables.
Está claro que las vidas humanas son lo más relevante, pero el problema es que miles de familias valencianas supervivientes lo han perdido todo, hogares, negocios, medios de vida, coches, animales y cultivos. Hay poblaciones en las que todos los coches han sido arrastrados por las riadas o han acabado anegados en los parkings subterráneos. Grave afección a la movilidad personal de difícil solución inmediata y muchos expedientes para el Consorcio de Seguros.
Volver a la normalidad en la zona de Valencia va a requerir muchos recursos, ayudas y tiempo.