La firma internacional de abogados Watson Farley & Williams ha lanzado un informe que analiza la evolución en la industria marítima mundial ante la transformación provocada por la agenda ESG y cómo encaja la sostenibilidad con los nuevos retos geopolíticos, tales como la guerra en Ucrania. El análisis trata de establecer el camino a seguir, analizando las nuevas tecnologías disponibles y su forma de financiación, además de las posibles nuevas normativas en ámbitos como el comercio de emisiones de dióxido de carbono.
El informe, elaborado a partir de una encuesta global a alrededor de 500 ejecutivos y altos directivos del sector.
Conclusiones
- El sector es cada vez más consciente del tiempo que llevará cumplir los objetivos ESG. Los encuestados estiman que el 28% de la industria marítima cumplirá los hitos en materia de emisiones en un plazo de cinco años.
- Los armadores están más concienciados. En 2021, dos tercios afirmaban que les gustaría asociarse para buscar la innovación. Actualmente, el 56% ya está en círculos vinculados a ESG y casi todos informan de progresos tangibles.
- A los armadores les preocupa más elegir la tecnología adecuada que cómo financiarla. Enumeran la incertidumbre regulatoria y tecnológica -y ya no el coste- como la mayor limitación a la inversión en reducción de emisiones.
- El gas natural licuado (GNL) y el gas licuado del petróleo (GLP) han quedado relegados con respecto a muchos otros combustibles alternativos en la planificación de la sostenibilidad de los armadores. Quizás este hecho sea debido a que, especialmente el GNL, ya se consideran opciones de combustible de transición, aunque la preocupación por los escapes de metano o las consecuencias de la guerra de Ucrania podrían ser otras posibles causas.
- La mayor parte del transporte marítimo acepta tanto la necesidad del comercio de dióxido de carbono como de los mecanismos de compensación, importantes para la reducción de las emisiones, según el 91% de los encuestados. Sin embargo, el apoyo es menor en el continente americano, donde el 28% cree que los combustibles limpios casi anularán la necesidad del comercio de emisiones de dióxido de carbono y las compensaciones.
La descarbonización sigue siendo considerada como el principal reto. Se plantean cuestiones tales como qué tecnologías verdes podrían funcionar a una escala que permita conseguir la descarbonización, cómo puede incentivarse su adopción y quién pagará la transición. Afortunadamente, el transporte marítimo es ahora más consciente de los retos que tiene por delante.
Las iniciativas del sector tales como Getting to Zero Coalition, Sea Cargo Charter y los Principios Poseidón han sido los principales impulsores del cambio hasta la fecha, aunque la mayoría cree que los principios ESG deben ser impulsados por la regulación y no por la acción voluntaria. Nuestra encuesta señala que la mayoría opina que la Organización Marítima Internacional («OMI»), dado su alcance global, debería gestionar esta cuestión, aunque la reputación de lentitud de esta organización está provocando una creciente frustración en el sector.
A pesar del impacto de la guerra en Ucrania (y los distintos regímenes de sanciones internacionales asociados) en los precios mundiales de la energía, la guerra y la inestabilidad política no se consideran una amenaza especial. Por orden de prioridad, lo que más preocupa al sector marítimo son: los nuevos avances y requisitos tecnológicos; las tensiones comerciales; y otro “Cisne Negro” como la Covid-19.
Sorprendentemente, con la excepción de la región EMEA, donde la descarbonización sigue siendo la principal prioridad, los objetivos de diversidad son ahora los que más influyen en la toma de decisiones en materia de ESG, especialmente entre las empresas que cotizan en bolsa. Las cuestiones relacionadas con el bienestar de la tripulación también son cada vez más importantes para muchos armadores, en atención de la difícil situación de muchos marinos durante la pandemia.
Los financiadores, en particular, pueden ofrecer incentivos atractivos para que el sector mejore sus indicadores de sostenibilidad, especialmente en los ámbitos del medio ambiente y gobierno corporativo, en los que se les considera el principal motor del cambio, como demuestra el éxito de los Principios Poseidón. Ampliar dichos Principios para que abarquen algo más que las emisiones -el reciclaje, por ejemplo- es bien acogido entre la mayoría de los bancos y elevaría significativamente el listón en la promoción de la sostenibilidad.
También es interesante saber los motivos por los que los armadores deciden invertir o no en la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Aunque muchos ya aplican mecanismos en materia ESG y realizan controles a sus proveedores al respecto, esto es sólo una parte de la cuestión. Los grandes beneficios proceden de la modernización de la flota, ya sea renovando los buques existentes, encargando buques de propulsión convencional con equipos de reducción de emisiones o invirtiendo en buques que incorporen tecnologías de propulsión alternativas.
Esto enlaza con uno de los retos más espinosos de la reducción de emisiones: ¿cómo crear una infraestructura de abastecimiento de combustible necesaria para las nuevas tecnologías de propulsión desarrolladas? En los dos últimos años se han encargado un gran número de buques que utilizan combustibles alternativos, pero el número de instalaciones que pueden suministrarlos en todo el mundo sigue siendo limitado.
Prácticamente todos los armadores se plantean utilizar combustibles alternativos al petróleo en los próximos cinco años. No obstante, y en menor medida que en 2021, se inclinan por el GNL o el GLP como fuentes de combustibles alternativos, quizá debido a la escalada de los precios del gas y a que se consideran combustibles de transición.
Contemplados como posibles reemplazos del gas están los biocombustibles, seguidos del hidrógeno verde y las energías eólica y solar. El metanol y el amoníaco limpio ganan más adeptos que hace dos años, mientras que las baterías han caído, posiblemente porque la tecnología de almacenamiento no avanza tan rápido como se esperaba y los armadores consideran que la tecnología y los resultados probados son factores importantes a la hora de apoyar una tecnología frente a otra.
Un factor aún más determinante a la hora de optar por una fuente de combustible específica es la regulación, siendo el acceso a la financiación la principal preocupación tanto de los armadores, como de los operadores. Hace dos años, el coste era la cuestión clave a la hora de elegir una tecnología concreta, pero ahora sólo lo es para una minoría muy reducida, posiblemente porque esperan repercutir o absorber los costes de transición o por la dificultad de acceso a la financiación mencionada anteriormente.
Para algunos, el mayor obstáculo para una transición sostenible no es ni la financiación ni la tecnología, sino la diferencia de coste entre los combustibles de emisiones bajas o nulas y los combustibles fósiles. La demanda de combustibles limpios sólo aumentará si se minimiza esta diferencia de costes. Las opiniones varían en cuanto a la forma de conseguirlo: algunos apuestan por las subvenciones y la inversión pública, mientras que otros creen que los armadores tendrán que pagar la factura.
En el sector del transporte marítimo en general, se acepta que el comercio de derechos de emisión y las compensaciones desempeñan un papel importante en la reducción de las emisiones, aunque las opiniones difieren en cuanto a la forma en que estos sistemas deberían aplicarse al transporte marítimo. Sea cual sea el sistema elegido, su eficacia dependerá del precio del dióxido de carbono. Si es demasiado bajo, no habrá incentivos para el cambio; si es demasiado alto, estrangulará a un sector que sigue teniendo pocas alternativas a los combustibles fósiles.
La cooperación puede ser la clave del éxito. Cada vez son más los armadores, especialmente los grandes, que se asocian para perseguir objetivos de sostenibilidad, más a menudo con empresas de capital riesgo y operadores energéticos que con otros armadores.
Desde que se publicó el primer informe, el transporte marítimo ha transformado realmente su enfoque en materia de ESG. La inclusión de criterios de sostenibilidad en la toma de decisiones y la supervisión de las cadenas de suministro desde el punto de vista de los criterios ESG son ya casi universales.
No obstante, es necesario adoptar más medidas para que el transporte marítimo no pierda terreno frente a otros sectores en la competencia por los combustibles renovables. Esto significa objetivos de emisiones más estrictos y la aplicación urgente de un mercado marítimo viable para los combustibles ecológicos.