Pocos días quedan del 2024, año terco, en el que se acentúa la plena transición digital, las economías globales no se recuperan y la política de bajo nivel impera por todos los rincones del planeta. Se acerca un 2025 con grandes expectativas y mucho cambio climático a la vista.
La redefinición de las 3 grandes Alianzas marítimas parece, de partida, uno de los factores relevantes en el sector. Está por comprobar la efectividad de las estrategias de cada grupo frente a un mercado menguante y con buques de mayor capacidad en el agua. Esperemos que los ajustes de escalas, rutas y puertos no supongan excesivo problema para la carga en este impasse. Está claro que, en transiciones operativas de este tipo, hasta que se alcance la plena digitalización y robotización en los puertos, habrá incidencias puntuales de todo tipo, haciendo más relevante el rol del transitario, que es quién debe asegurar el éxito operativo en todos los escenarios.
El cambio climático es otro factor importante a considerar, si bien resulta incontrolable, se debe tener en cuenta, dado que los efectos devastadores van a peor cada año, y la afección al transporte y comercio mundial son evidentes. La sequía en Centroamérica no ayuda a destaponar el Canal de Panamá, sin lluvia no hay solución. Por otro lado, el deshielo de los casquetes polares altera los niveles de salinidad, afectando a la vida marina y la navegabilidad de los buques.
El regreso de Trump a la Casa Blanca, supone otro factor clave para comprender lo que va a suceder este 2025. Su política proteccionista, arma electoral triunfante, suponen un grave riesgo para el intercambio comercial mundial, además de poner en riesgo el propio mercado norteamericano, generando inflación e ineficiencias de escala. Igualmente, la rivalidad reavivada con China va a resultar fundamental para dirimir el futuro global a corto plazo.
Una nueva guerra comercial USA vs China puede salir como tiro por la culata, dado que en esta ocasión Xi Jinping está preparado y contrataca sin temor a perder mercado como antaño. De hecho, ante el anuncio de las nuevas tarifas de Trump, China ha prohibido suministrar a Estados Unidos materias primas, en especial minerales raros (germanio, galio, antimonio, grafito, grafeno, etc.), que son necesarios para industrias clave como las energías alternativas, sector militar o médico-sanitario. Resulta preocupante la rivalidad de bloques que se nos avecina y los efectos sobre nuestras vidas. La influencia global de Estados Unidos se ve seriamente amenazada por China, que extendió sus tentáculos por el Sur Global a través de la Nueva Ruta de la Seda (BRI) y la potenciación de los BRICS.
La economía global y su flujo marcarán los volúmenes de comercio, así como orígenes y destinos, además de trasbordos. Europa es la región más castigada, con una industria decrépita a la que le cuesta adaptarse al mundo digital. Si bien, tanto el Banco de España como la OCDE anuncian resultados optimistas para la economía española, por encima de la media europea. Debemos tener claro que, gran parte de este optimismo radica en el turismo, el cual depende del clima, y ya hemos mencionado que va a peor cada temporada… Es cierto que en España tenemos una fuerte industria automovilística, lo cual puede resultar un problema en el corto plazo. Ni americanos ni europeos han podido afrontar la transición del motor de combustión interna a las baterías. China sí. Ante el evidente cambio climático y sus catastróficos efectos, la Unión Europea se apresuró a acelerar la transición a las energías renovables, fijando ambiciosos objetivos para pasar del petróleo a las baterías, y nos pilla a pie cambiado. Veremos cómo afecta la aplicación del tratado de libre comercio que tiene que ratificarse con MERCOSUR, con esperanzas de poder fomentar las exportaciones europeas.
Nos toca adaptarnos a los momentos de cambio profundo que supone el 2025, y especialmente, a todos los movimientos que nos traerá.
					
							
								
								
			
					
		





