Los aranceles aplicados por la administración Trump a los productos chinos y a otras economías productoras, han empezado a sentirse en las cadenas de suministro, afectando a puertos, rutas marítimas, hubs logísticos y alianzas geopolíticas. El número de escalas de buques se ha reducido considerablemente y la tónica sigue siendo la misma desde hace semanas. La incertidumbre. Resulta imposible planificar cualquier tipo de acción porque cada semana las navieras y cargadores se enfrentan a un cambio de las condiciones de mercado.
Terminamos la semana 19, con el fructífero encuentro entre la administración americana y la del Reino Unido, alcanzándose acuerdos que suavizan los aranceles iniciales aplicados al gobierno de Downing Street.
Para alivio de los mercados financieros, una delegación norteamericana liderada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, se reúne este fin de semana del 10 y 11 de mayo en Ginebra, Suiza, para negociar sobre los aranceles. Por parte de China, lidera el viceprimer ministro He Lifeng, un estrecho colaborador del presidente Xi Jinping. Además, se ha sumado a la delegación china Wang Xiaohong, ministro de Seguridad Pública, lo que indica que temas como el tráfico de fentanilo, también están sobre la mesa.
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Estas negociaciones buscan una desescalada de la actual guerra comercial. En unas recientes declaraciones de Donald Trump, confirmaba la posibilidad de reducir los aranceles al 80% a los productos chinos, a cambio de que el gigante asiático se comprometiera a comprar a su vez productos norteamericanos. Todo este clima favorable, se ha notado rápidamente en los mercados , con fuertes subidas en Wall Street, lo que por otra parte le da oxígeno a la administración republicana, ante las crecientes críticas de carácter interno.
“El fuego amigo siempre es el peor”, afirmaban con mucho acierto Winston Churchill, junto a su amigo y homónimo Franklin Roosevelt. En esta ocasión, los dos gobiernos aliados, norteamericano y Británico, han sido pioneros en alcanzar un acuerdo comercial.
El resto de las economías, están haciendo uso de estrategias resilientes para sortear los obstáculos arancelarios. El “reshoring” (Repatriación Industrial), el “nearshoring” (Deslocalización Cercana) y el “friendshoring” (Deslocalización entre aliados), se están convirtiendo estos días en el nuevo orden logístico, ante las elevadas dosis de incertidumbre comercial.
EL RESHORING
Algunos países han recurrido al reshoring para traer sus industrias de regreso a casa desde Asia. Tendencia que, por otra parte, ya se inició en el periodo posterior a la pandemia. Muchos países entendieron que no se podía depender en momentos de crisis únicamente de una producción externa.
Las exportaciones desde China han disminuido y aumentando las demandas desde Taiwán y Vietnam, lo que está provocando variaciones significativas en el número de escalas. En el Mediterráneo, los servicios de corta distancia aumentan, en favor de los puertos españoles e italianos, que reciben más mercancías desde el norte de África y Turquía.
Esta abrupta ruptura de los flujos habituales de carga, debido a unos aranceles aplicados de manera dispar geográficamente, está redibujando por completo las rutas marítimas y esta situación afecta, como es normal, a las instalaciones portuarias, pero no todas se ven afectadas del mismo modo. Depende de su localización geográfica y de la cercanía a los nuevos hubs.
Ante esta situación, la tendencia se basa en el uso de buques más pequeños y versátiles para evitar el sobredimensionamiento y así poder escalar en diferentes instalaciones portuarias. Otras empresas, sin embargo, como Samsung y LG están evaluando trasladar parte de su producción desde México a Estados Unidos, para mitigar riesgos en sus cadenas de suministro.
EL NEARSHORING
China recurre al nearshoring, redirigiendo sus productos y cartera financiera. Ha intensificado su comercio con el sudeste asiático y la Unión Europea. Solo en abril, sus exportaciones crecieron interanualmente un 8,1%, pese a la caída del 21% en ruta hacia EE. UU. A su vez, la demanda de transporte marítimo en la ruta China–EE. UU cae entre un 30% y un 50%, con cancelaciones masivas de itinerarios, (blank sailings) y desvío de servicios a otros países del Lejano Oriente. A la vez trata de reducir su dependencia del dólar, recortando en más de un 27%, sus tenencias de bonos del Tesoro de EE. UU., aumentando sus reservas de oro y bonos de agencias. Esta maniobra trata de blindar su economía ante posibles sanciones financieras, si se da una escalada de la tensiones geopolíticas. La venta de la deuda americana por parte de Pekín, daña a la administración Trump de manera muy directa. El gobierno norteamericano es consciente de ello y quizás ha sido esta, una de las razones para establecer una acercamiento entre las dos potencias este fin de semana en Suiza.
El FRIENDSHORING
El traslado de las producciones a estados gravados con menores aranceles, está dando lugar a una importante tendencia de friendshoring. Las empresas trasladan sus producciones desde los países llamados “fábricas de Asia”, a terceros países. Otras han optado por esperar porque en un panorama tan incierto, no se puede planificar lo que ocurrirá a corto plazo. Hace dos semanas se imponían aranceles del 145% a China y hoy se negocia en Ginebra el reducirlos al 80%.
Pero lo cierto, es que la situación actual ha hecho saltar por los aires las rutas, frecuencias y los tráficos habituales. Y aunque se llegue a un acuerdo entre las dos grandes potencias estos días, los aranceles no desaparecerán, se reducirán si cabe, pero no se eliminarán, porque los representantes norteamericanos se han pronunciado a este respecto en las horas previas al encuentro.
Como señalé en análisis anteriores, la situación actual favorecerá a países africanos y latinoamericanos. Puertos como Tánger Med, Lomé y Abiyán, captan nuevos tráficos. En Centroamérica, las instalaciones de Costa Rica, Guatemala y El Salvador, este último con una estrecha relación con el gobierno norteamericano.
China sigue apostando de manera contundente por el Puerto de Chancay en Perú y se estudia la conexión ferroviaria, entre los dos grandes océanos conectando Chancay con el Puerto brasileño de Santos. De esta manera de eludiría el tránsito obligatorio por el Canal de Panamá. Se trata del “Corredor Ferroviario Bioceánico” impulsado por Pekín, que permitiría el desarrollo de una amplia zona del hinterland peruano y brasileño e incluso facilitar el comercio con otros países limítrofes.
LA REACCION EUROPEA
El giro proteccionista de EE. UU., ha propiciado que la Unión Europea explore una asociación estratégica con el bloque CPTPP, (Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership), con países como Japón, México, Canadá, Vietnam, Singapur, Perú, Nueva Zelanda, Malasia, Chile, Brunéi y Australia, buscando una alianza comercial reglada y sin sobresaltos. Esta posible confederación reforzaría las cadenas de suministro compartidas y abriría nuevos mercados de forma estable.
La logística ya no se rige solo por la eficiencia económica, sino por la geoestrategia. Puertos, navieras y plataformas logísticas deben asumir, que el comercio mundial se está fragmentando en bloques. Será complicado no decantarse por uno de estos. Adaptarse a esta nueva era requerirá, resiliencia, alianzas estratégicas y flexibilidad operativa, para sobrevivir y mantener posiciones de liderazgo, que permitan no llegar tarde al futuro.
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