Esta misma mañana se va a realizar el primer vuelo en hidroavión en Canarias en muchos años de la mano de Surcar Airlines. El Puerto de Tenerife será el escenario de la salida de esta primera operativa.
Sin embargo, más allá del espectáculo que supone ver estos artilugios despegando del mar, desde el corazón de la ciudad, en su bahía, se inicia ahora una complejo camino que implica no solo el interés que pueda tener un nuevo negocio, para su impulsores está claro que es así, ya que lo han analizado en detalle.
Toca ahora el análisis técnico, desde el punto de vista de los gestores, de dónde se pretenden ubicar los pantalanes o las superficies de llegada y salida y la zona de amerizaje. Tanto en el Puerto de Las Palmas, como en el de Tenerife, los ingenieros de dominio público tendrán que estudiar o volver a estudiar la viabilidad de esta solicitud, teniendo en cuenta las zonas donde es posible amerizar en función de los vientos, de las distancias de seguridad a obstáculos en el despegue e inclusive por las condiciones del oleaje, además de las densidades de tráfico marítimo en esas zonas potencialmente posibles.
En Tenerife parece que es la Dársena de Anaga la única que cumpliría con las condiciones idóneas, pero el obstáculo son las actividades y las operativas que ya tiene asignadas esa zona. En el caso de Las Palmas, además, tendrá que evitar sobrevolar la Base Naval, porque la seguridad así lo requiere. Por tanto, solicitud compleja también de resolver.
El desarrollo de la operativa necesita de una pista de amerizaje balizada de unos 1.200 metros de longitud, y unos 90 de ancho.
En caso de que sea técnicamente posible, es probable que esta solicitud de concesión genere el inesquivable trámite de competencia de proyectos, al que es más que probable que concurran otras compañías. Ya en el año 2011 la mercantil Canary Islands Seaplanes, prima hermana de Surcar Airlines (compartieron administradores hasta hace un mes) solicito algo más 5.700 metros cuadrados en la zona del Muelle de Santa Catalina, en el Puerto de Las Palmas. Esta solicitud llevó a la Autoridad Portuaria a convocar el preceptivo trámite de competencia, que generó que Binter presentara un proyecto alternativo.
Y en esto, llega el Ayuntamiento de Santa Cruz quejándose de que el Puerto no le cede no sé cuántos miles de metros para celebrar los Carnavales durante 60 días so pena de echarle a las masas encima, porque el Carnaval no se toca. Es verdad que las Autoridades Portuarias, tanto la de Tenerife como la de Las Palmas siempre han sido aliadas de la ciudad para eventos lúdico culturales, pero bloquear un espacio importante durante 60 días tiene el riesgo, inasumible por los gestores portuarios, de perjudicar las operativas necesarias ahora o en ese periodo ocasionando un perjuicio económico, no solo al puerto, sino al conjunto de la isla y de Canarias, digan lo que digan los gestores públicos de la ciudad. Lástima que el desmantelamiento de la Refinería no sea instantáneo. Cuando ocurra, el ayuntamiento dispondrá de magníficos terrenos para buscarle una ubicación fija a estas fantásticas fiestas de Carnaval conocidas y reconocidas internacionalmente.