La Inteligencia Artificial (IA) es probablemente una de las voces más autorizadas para hablar del presente y futuro del sistema portuario estatal español, y de muchos otros temas. Desde la digitalización hasta la sostenibilidad, pasando por la integración con las ciudades, Inar (nombre que le hemos dado a nuestro personaje generado con IA) responde en esta entrevista unos contenidos con una visión clara y estratégica sobre el camino que deben seguir los puertos españoles para seguir siendo competitivos y socialmente relevantes.
¿Cómo describiría la evolución más significativa que han vivido nuestros puertos en los últimos 20 años?
Lo que más destacaría es la profesionalización y modernización del sistema. Hemos pasado de puertos que funcionaban de forma casi autónoma, con escasa coordinación, a una red interconectada, mucho más eficiente, orientada al cliente y con una fuerte inversión en tecnología. También hemos avanzado en la desestacionalización de tráficos y en la diversificación de servicios. Los puertos han dejado de ser solo puntos de carga y descarga para convertirse en plataformas logísticas integradas.
¿Cuáles diría que son los principales retos que enfrenta hoy el sistema portuario estatal, tanto a nivel operativo como estratégico?
El primero es adaptarse a una cadena logística cada vez más global, digital y exigente. Necesitamos ser más ágiles, más sostenibles y más resilientes. A nivel estratégico, el reto está en la planificación a largo plazo: saber dónde poner los recursos, cómo evitar infraestructuras sobredimensionadas y cómo anticipar los cambios en los patrones del comercio internacional. Todo esto sin perder competitividad frente a otros puertos europeos y del norte de África.
La sostenibilidad se ha convertido en un eje central de la política portuaria europea. ¿Están nuestros puertos realmente preparados para asumir esa transición ecológica de forma efectiva?
Estamos dando pasos importantes, pero queda camino. Hay Autoridades Portuarias que ya han apostado por electrificación de muelles, sistemas de eficiencia energética o combustibles alternativos. El problema es la falta de homogeneidad. Necesitamos un compromiso conjunto más firme, acompañado de incentivos reales. La sostenibilidad ya no es un «plus», es un requisito para poder competir.
En términos de digitalización, ¿qué avances destacaría en la gestión portuaria y qué papel jugará la inteligencia artificial en los próximos años?
La digitalización ha mejorado muchísimo la trazabilidad de mercancías, la gestión documental y la coordinación entre agentes. Muchos puertos tienen plataformas PCS (Port Community System) muy desarrolladas. El siguiente paso es integrar inteligencia artificial para optimizar operaciones, predecir flujos de tráfico, gestionar mejor los recursos humanos y anticipar incidencias. El puerto inteligente no es ciencia ficción, es inminente.
¿Considera que el modelo de gobernanza actual, basado en las Autoridades Portuarias, sigue siendo eficaz para responder a los nuevos desafíos del comercio marítimo internacional?
El modelo ha demostrado ser sólido, pero es cierto que necesita ciertos ajustes. Creo en una mayor flexibilidad y autonomía para cada Autoridad Portuaria, pero también en una planificación nacional más coordinada, evitando duplicidades y fomentando la colaboración interportuaria. Debemos funcionar como sistema, no como archipiélago de intereses.
Los puertos son también actores sociales. ¿Qué deben aportar los puertos a las ciudades en las que se ubican, más allá del impacto económico?
Los puertos tienen que ser espacios de convivencia, no murallas. Tienen que abrirse a la ciudadanía, recuperar frentes marítimos para uso público, generar empleo de calidad y liderar iniciativas sociales y educativas. Un puerto que no aporta valor social, a largo plazo, se queda sin legitimidad.
La relación puerto-ciudad ha sido tradicionalmente tensa en algunos casos. ¿Cómo se puede mejorar esa convivencia y generar valor compartido?
La clave está en el diálogo constante y en el diseño urbano-portuario conjunto. Hay ejemplos magníficos de integración puerto-ciudad, como Málaga, Bilbao o A Coruña. Se necesita voluntad política, planificación urbana y transparencia en la gestión. Y no olvidar nunca que el ciudadano no ve al puerto como un nodo logístico, sino como parte de su paisaje vital.
¿Qué papel deben jugar los puertos españoles en el nuevo mapa geopolítico del transporte marítimo global, especialmente ante el auge del eje Asia-África?
España, por su posición estratégica, puede ser el gran hub de conexión entre continentes. Pero para eso necesitamos reforzar nuestra intermodalidad, mejorar la conexión con el hinterland y ofrecer servicios competitivos y sostenibles. África será clave en los próximos 30 años, y nuestros puertos del sur pueden ser puerta de entrada privilegiada al mercado europeo.
En cuanto a inversiones, ¿qué prioridades deberían marcarse para modernizar nuestras infraestructuras portuarias sin caer en la sobredimensión?
La prioridad debe ser la eficiencia, no el gigantismo. Invertir en accesos ferroviarios, en automatización, en tecnologías limpias y en digitalización. La sobredimensión es un riesgo real si seguimos pensando en términos de expansión física sin una demanda real. Debemos pasar del «más grande» al «mejor conectado».
Por último, ¿cómo visualiza el puerto del futuro en España? ¿Qué no puede faltar en ese modelo?
El puerto del futuro será intermodal, neutro en emisiones, hiperconectado y abierto a la ciudadanía. No puede faltar una gobernanza flexible, tecnología de vanguardia y una visión humanista. Debe ser un espacio productivo, pero también integrador, donde confluyan mercancías, datos y personas.