Los astros se alían con los agricultores, y sin querer lanzan un órdago al Gobierno de Canarias en su apoyo a la línea marítima Fuerteventura Tarfaya, una línea que cuenta con todos los parabienes y que además parece estar sustentada en un modelo económico donde los réditos y la viabilidad están garantizadas. Pero en esto de las ecuaciones, aunque tengas controladas todas las variables siempre aparece una que quedó fuera de ese control, y en este casos son los tractores.
En un gesto de descontento y preocupación, los agricultores canarios están preparados, al igual que en Europa y España, para llevar sus tractores a las calles en protesta por los sobrecostes que han estado soportando, y así de rebote oponerse a la línea con Tarfaya, que según ellos podría aumentar los riesgos de plagas y enfermedades provenientes de Marruecos.
Esta acción de protesta se une a una ola de indignación que se está extendiendo por toda Europa debido a los cambios en las políticas agrarias que afectan a las importaciones de países extracomunitarios.
Los agricultores canarios se sienten en desventaja y además temen que la falta de puntos de inspección fronterizos propicie la entrada de plagas y enfermedades desde Marruecos, lo que podría afectar gravemente tanto a la agricultura como a la ganadería de las Islas Canarias.
En Canarias, las filiales de las organizaciones agrarias están planificando protestas para expresar su rechazo a la reactivación de la conexión marítima entre Fuerteventura y el puerto de Tarfaya, en Marruecos. Esta conexión estuvo operativa en el pasado, pero fue paralizada debido a problemas logísticos. Los agricultores canarios consideran que esta reactivación podría aumentar los riesgos de importaciones no controladas y competencia desleal.
Los riesgos de importación desde Marruecos incluyen la falta de puntos de inspección fronterizos adecuados, pero también la ausencia de controles rigurosos en los turismos particulares.
Además, los agricultores y ganaderos canarios se niegan a competir en desigualdad con el producto marroquí, denunciando las condiciones de explotación laboral que existen en ese país. Su principal preocupación es la competencia desleal y las dificultades para trasladar los costes laborales al precio final de los productos.
El Gobierno regional de Canarias, que apuesta firmemente por la puesta en marcha de la línea marítima con Tarfaya, debe centrar sus esfuerzos en garantizar que los controles fronterizos estarán a un nivel de eficiencia y eficacia que impedirá la entrada de plagas, bacterias y patógenos que perjudiquen a la agricultura y ganadería canaria, y aunque esta no sea su competencia, exigir a los organismos estatales ese nivel de cumplimiento.
Y la coyuntura invita también a repensar el futuro de la agricultura en Canarias, con unos costes de mano de obra y de agua por encima de la media, cuya única salida será la protección y subvención infinita, la conversión hacia una identidad propia y una calidad excelente, o la desaparición paulatina y la sustitución por otros sectores donde Canarias pueda competir en mejores condiciones.