El Port de Barcelona está llamado a jugar un papel central durante el próximo mandato, como ya hace presagiar la precampaña en curso: el debate sobre el turismo de cruceros está de nuevo sobre la mesa, en verano de 2024 tendrá lugar la Copa del América de vela y puede haber movimientos con el proyecto Hermitage.
Motor económico de Cataluña -aporta el 2% de su valor agregado bruto (VAB) y el 1,4% del empleo-, el Puerto de Barcelona concentra el 74% del tráfico marítimo catalán y el 23% del estatal. En 2022 ha alcanzado una cifra de negocio y un tráfico total récords, con 181 millones de euros de beneficio y 70,9 millones de toneladas transportadas.
En parte integrado a la ciudad -el Port Vell es el mejor ejemplo de ello-, no necesita ampliar sus instalaciones -aunque sí crecer dentro de sus actuales límites- tras haberse ya desviado años atrás el cauce del Llobregat.
En su gobernanza participan la administración del Estado, la Generalitat, los ayuntamientos de Barcelona y El Prat y representantes de cámaras de comercio, empresas y sindicatos, lo que limita las polémicas que lo rodean, a diferencia de lo que sucede con el Aeropuerto, gestionado por Aena (sociedad cotizada participada en un 51% por el Estado).
Con todo, la infraestructura presidida hoy por Lluís Salvadó (ERC) no escapa de la pugna política.
— El recurrente debate de los cruceros
En Barcelona se registraron 3,1 millones de movimientos de cruceristas en 2019, antes de la pandemia, unas cifras que, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), corresponden a 2,2 millones de turistas.
Quien más ha insistido en frenar este tipo de turismo, más allá de la CUP, son los comunes capitaneados por la actual alcaldesa, Ada Colau: así, consistorio y Puerto acordaron en 2018 limitar a siete las terminales de cruceros y ubicarlas en el Muelle Adosado, es decir, en dirección al Aeropuerto y lejos del centro de la ciudad.
Con todo, el gobierno municipal reclama ahora eliminar dos de estas terminales (una de ellas todavía por construir), dado que calcula que en 2024 será 4 millones los movimientos de cruceristas, lo que ve “insostenible”. El Puerto, por contra, se remite al pacto de 2018.
Donde sí coinciden las partes es en trabajar para que Barcelona sea un puerto ‘base’ -de salida o de llegada- para los cruceros, para evitar que estos turistas pasen apenas unas horas en la ciudad, concentrados muy mayoritariamente en el centro.
Según CLIA, el 4,1% de los turistas que visitarán Barcelona este año serán cruceristas y dejarán en la ciudad el 13% de la recaudación de la tasa turística. Las escalas previstas en el Puerto son alrededor de 800, las mismas que el año pasado.
— Ilusión alrededor de la Copa del América de Vela
En lo que sí hay mayor unanimidad es en el impulso que puede generar la Copa del América de Vela, cuya principal competición tendrá lugar a partir de agosto de 2024, si bien sus preparativos ya están en marcha.
Los organizadores eligieron Barcelona gracias a la apuesta de importantes sectores empresariales de la ciudad y al apoyo de todas las administraciones, y se espera que este gran evento deportivo, el tercero con más audiencia televisiva a nivel mundial tras unos Juegos Olímpicos y los mundiales de fútbol, genere un impacto económico de 1.200 millones de euros y 19.000 empleos, según estimaciones de la Universitat Pompeu Fabra.
Si las Olimpiadas de 1992 abrieron Barcelona al mar, la Copa del América acelerará la transformación del Puerto de Barcelona: se prevé una inversión total de 106 millones de euros para modernizar instalaciones, la mitad pública y la otra mitad privada, pero no se construirá nueva infraestructura, como sí hizo Valencia cuando albergó este evento.
Como en esos ya lejanos Juegos Olímpicos, Barcelona prepara un gran evento inaugural para dar la bienvenida ciudadana a esta competición, según reveló a Infopuertos a través de Efe el director general de la Fundación Barcelona Capital Náutica (FBCN), Ignasi Armengol.
— El Hermitage, en suspenso
Un asunto que ha acarreado polémica en los últimos años, incluso en el seno del gobierno municipal -con los comunes en contra y los socialistas a favor-, es el proyecto de instalar un museo Hermitage en Barcelona, en concreto a los pies del Hotel W.
La sociedad Museo Hermitage, controlada en un 80% por el fondo de inversión suizoluxemburgués Varia, dio los primeros pasos para desembarcar en Barcelona hace más de una década y en mayo de 2021 consiguió una autorización del Puerto para ubicar este museo en sus instalaciones, lo que estaba supeditado a la firma de un convenio con el Ayuntamiento, que el consistorio se negó a suscribir.
El proyecto está judicializado y los promotores han anunciado su renuncia al mismo, si bien la autorización del Puerto sigue concedida, con lo que un cambio al frente del gobierno municipal podría dar pie a nuevos movimientos.
En paralelo, ha ganado enteros el nuevo proyecto Liceo Mar, que también se establecería en instalaciones del Puerto: el Gran Teatro del Liceo prevé convocar un concurso de ideas durante el cuarto trimestre de este año, según señaló recientemente el presidente de la institución, Salvador Alemany.